El cine mexicano alcanzó su mayor pico entre los años 1936 y 1956 llegando a ser un referente cultural en la producción de películas al crear el género cinematográfico “comedia ranchera”.
El cine mexicano del siglo pasado alcanzó un pico sin precedentes para el cine hispanohablante, pues en el año 1936 con la película “Allá en el rancho grande” del director Fernando Fuentes se convirtió en la película de habla hispana más taquillera de su tiempo. La película se convirtió en un referente para los próximos filmes pues el género “comedia ranchera” sería replicado en, al menos, la mitad de todas películas producidas en las siguientes dos décadas; llegando a ser reconocido con el premio Mussolini Cup por Mejor Película Extranjera en el Festival de Cine de Venecia.

Esther Fernández con Tito Guizar en Allá en el Rancho Alegre (1936 ver). Imagen vía web Mediateca INAH
La comedia romántica “¡Ay, que tiempos, señor don Simón!” de 1941, es el primer filme del director Julio Bracho, que narra los enredos amorosos de los personajes interpretados por los grandes actores Joaquín Pardavé, Arturo de Córdova y Mapy Cortés; la cinta critica la doble moral que se vivía en el México de la revolución. Las películas “Historia de un gran amor”, “Distinto amanecer” y “La sombra del caudillo”, también son de la autoría del director

Escena de la película “¡Ay, que tiempos, señor don Simón!” (1941) de Julio Bracho. Imagen vía web Filmoteca UNAM
El clásico de 1941 “¡Ay, Jalisco… no te rajes!” del sonidista, guionista y productor, Ing Rodríguez posicionó al actor y cantante Jorge Negrete como uno de los referentes más importantes de la época, pues su interpretación de la canción homónima “¡Ay, Jalisco… no te rajes!” en la que la potente voz del cantante narra el orgullo de ser jalisciense.
Lo que tienen en común las películas del cine de oro mexicano es enaltecimiento del orgullo que generaba pertenecer al país, que, aunque no esté dicho de manera explícita con diálogos se puede observar en la vestimenta usada por los actores, las costumbres y la música, que hacían una invitación implícita al sentimiento de orgullo de identidad cultural mexicana.
El auge que las producciones cinematográficas mexicanas estaba alcanzando, aunque con sus pequeñas trabas al recabar lo invertido en la taquilla, motivó al Estado a financiar la producción de películas nacionales en lugar de alquilar películas internacionales de las casas productoras de Estados Unidos como Fox Film, Paramount Pictures e incluso la casa productora francesa Pathé.


Casas productoras estadounidenses. Imágenes vía web, Deviantart
Otro factor que influyó de manera significativa fue el conflicto armado de la Segunda Guerra Mundial, pues varias industrias de diferentes países se vieron paralizadas, entre ellas la industria fílmica de Estados Unidos, Alemania, Francia, Inglaterra y Estados Unidos; permitiéndole al cine mexicano avanzar y posicionarse como referente.
Si bien el cine mexicano estrenó muchas películas a nivel nacional e internacional, todas las cintas pasaron un filtro de censura en las que el mismo presidente Lázaro Cárdenas las analizaba para brindar la aprobación en la distribución de estos filmes, debido al poder que el séptimo arte mexicano estaba alcanzando y con ello la influencia en los espectadores.