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En México, la devoción a la Virgen de Guadalupe se manifiesta a través de diversas tradiciones, siendo una de las más significativas y vistosas la danza de los matachines. Estos grupos de danzantes, con vestimentas coloridas y ritmos característicos, peregrinan bailando hacia los lugares de veneración guadalupana.
Aunque su origen está vinculado a antiguas danzas guerreras, los matachines han evolucionado bajo la influencia del proceso de evangelización. Su nombre, según el investigador Ángel Acuña, podría derivar del español “mata moros” o del italiano “mattaccino”, términos que aluden a personajes que parodian danzas bélicas.
Cada grupo de matachines tiene diferentes rituales en su proceso, aunque todos antes de iniciar la práctica, hacen una oración para encomendarse a la Virgen de Guadalupe, pidiendo que la danza sea bien ejecutada, y que se logre recolectar el dinero necesario para la indumentaria; también para que todos los participantes mantengan la buena salud y condición y puedan llegar al 12 de diciembre sin inconvenientes.

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En este camino hacia la celebración de la Virgen de Guadalupe, los grupos de danzantes organizan actividades para recaudación de fondos que les permitan confeccionar los vestuarios, tocados, calzado, instrumentos, ornamentos, y la alimentación no solo de los danzantes, sino de los familiares y amigos que acompañan a los matachines en las peregrinaciones, y que proporcionan apoyo médico, reparan la indumentaria y hacen compañía, evitando que los espectadores e incluso los automóviles afecten el recorrido.
También se asignan los “monarcos” o directores para guiar a los danzantes y marcar los pasos. Guíann la danza, la dirección, oraciones y coreografía que estarán en la peregrinación junto a los cantos. Dentro de las figuras importantes en esta peregrinación se encuentra “el viejo” que en algunas regiones es el “diablo”; usando una indumentaria diferente con un látigo y no seguir los pasos establecidos, utiliza un látigo para ahuyentar a los que son espectadores y también representa el mal que siempre está presente.
La danza de los matachines no solo es un acto de fe, sino también una muestra de cultura y comunidad, que cada 12 de diciembre enriquece la solemnidad de la Virgen de Guadalupe con color, música y devoción.