Imagen vía web National Geographic
Al unirse a la Marina de Estados Unidos Bob Fernández, de 17 años en ese entonces, pensó que iría a bailar y ver el mundo en agosto de 1941, pero cuatro meses después se encontró en medio de las explosiones y pasando municiones a las tripulaciones para los cañones de su barco y así devolver el ataque a los aviones japoneses en Pearl Harbor.
El 7 de diciembre de 1941 la base militar en Hawaii, Pearl Harbor fue atacada por aviones japoneses; ese ataque fue el detonante para que Estados Unidos entrara en la Segunda Guerra Mundial, afectando a naciones y comunidades de todo el mundo y aunque el ataque haya sido una sorpresa para el país americano, las tensiones entre los nipones y estadounidenses llevaban décadas.

Foto AP/Godofredo A. Vásquez
El ataque japonés a Pearl Harbor paralizó o destruyó casi 20 barcos estadounidenses y más de 300 aviones, diques secos y aeródromos también quedaron destruidos y más de 2.000 personas perdieron la vida.
Fernández estaba trabajando como cocinero en su barco, el USS Curtiss, la mañana del 7 de diciembre de 1 y planeaba ir a bailar esa noche al Royal Hawaiian Hotel en Waikiki. Les llevó comida y café a los marineros mientras servía las mesas en el desayuno cuando se escuchó el sonido de una alarma; a través de una portilla Fernández vio pasar un avión con distintivos nipones.
Fernández corrió tres cubiertas hasta una sala de revistas esperando junto a otros marineros a que alguien abriera una puerta que almacenaba proyectiles de calibre 38 de 5 pulgadas (12,7 centímetros) para comenzar a pasarlos a cañones del barco.
Los cañones del buque le dieron a un avión japonés que se estrelló contra una grúa. Poco después, sus cañones atacaron a un bombardero en picado que estrelló contra el buque y explotó bajo cubierta. El Curtiss, el barco en el que Fernández estaba, perdió a 21 hombres y más de 60 marineros resultaron heridos.