Foto: Sitio web chiapas.viajes
En lo alto de las montañas de Chiapas, San Juan Chamula se alza como un rincón único de México, donde el tiempo parece haberse detenido para resguardar las tradiciones y el espíritu indómito de la comunidad tzotzil. Este pueblo, famoso por su carácter independiente y su devoción inquebrantable, cobra vida cada año con el Carnaval K’in Tajimoltik o Fuego Nuevo, una celebración impregnada de misticismo y simbolismo que combina ritos prehispánicos y elementos del catolicismo.
Un Carnaval cargado de simbolismo
El K’in Tajimoltik es un viaje a través del tiempo, un homenaje a las raíces mayas de la comunidad. Durante cinco días, coincidiendo con los días perdidos del calendario maya, los tres barrios principales de San Juan Chamula —San Juan, San Pedro y San Sebastián— se unen para celebrar esta festividad, en la que las danzas, los rituales y los vestuarios cobran un papel protagónico.
Entre los personajes más llamativos se encuentran los “max”, hombres-mono que, con levitas militares, gorros cónicos de piel y calzones de manta, representan la burla a la modernidad y la resistencia cultural. Su figura, inspirada en el Popol Vuh, el libro sagrado de los mayas, es una viva manifestación del sincretismo que caracteriza a esta comunidad.
Rituales de purificación y conexión espiritual
El Carnaval incluye ceremonias que simbolizan la purificación del cuerpo y el alma. Uno de los momentos más impactantes es el recorrido por los tres calvarios —San Pedro, San Sebastián y San Juan—, donde se realizan rezos, se comparten alimentos y se refuerzan los lazos comunitarios.
El último día, la purificación alcanza su clímax cuando los participantes caminan descalzos sobre un camino en llamas, un acto de valentía y espiritualidad. Este ritual, junto con la corrida de toros que recorre las calles alrededor de la iglesia, encierra el simbolismo de la lucha y la renovación espiritual.

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Una experiencia que cautiva los sentidos
El Templo de San Juan Chamula, con su misticismo y magia, es el epicentro de esta festividad. Sus altares, que combinan símbolos del catolicismo y la espiritualidad maya, reflejan el dualismo que define a la comunidad. Dentro de este espacio sagrado, donde está prohibido tomar fotografías, la atmósfera invita a la introspección y a la conexión con algo más grande que uno mismo.
Los trajes tradicionales son un espectáculo aparte: las mujeres lucen faldas y blusas negras bordadas con flores, mientras que los hombres visten sarapes blancos y sombreros. Durante la celebración, el Posh, una bebida tradicional de maíz fermentado, y sorprendentemente la Coca-Cola, adquieren un simbolismo especial, representando la pureza y la expulsión de lo negativo, respectivamente.

Foto: Sitio web mexicotravelclub.com
Más que una celebración, un testimonio de resistencia
San Juan Chamula no solo es un testigo del sincretismo religioso, sino también un emblema de la resistencia cultural. A pesar de los estragos de la modernidad, la comunidad ha sabido preservar sus tradiciones y costumbres, adaptándolas solo cuando es estrictamente necesario y siempre bajo su consentimiento colectivo.
El Carnaval K’in Tajimoltik es una experiencia que invita a sumergirse en el corazón de México, en su historia y en la esencia de su gente. Un recordatorio de que la belleza de México no sólo está en sus paisajes, sino también en el alma de sus tradiciones.

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