Foto: Sitio web Gobierno de México
En la ribera del río Palizada, el tiempo avanza con una rapidez distinta. Este Pueblo Mágico de Campeche, con sus calles alineadas y casas de colores vibrantes, es un testimonio de su pasado comercial con Europa. En otro tiempo, la madera de Palo de Tinte partía de aquí para teñir telas en el viejo continente, y a cambio, llegaban las tejas de Marsella que hoy coronan los techos de la localidad, dándole un encanto único.
El aire de Palizada huele a chocolate caliente y sabe a mango recién cortado. En el mercado municipal, donde la vida comienza al amanecer, los pescadores exponen su mejor mercancía, y el bullicio de los habitantes se mezcla con el repique de campanas de la Parroquia de San Joaquín. Aquí, cada rincón cuenta una historia, desde el imponente Teatro Morón hasta el Parque Benito Juárez, donde la sombra de los árboles cobija a quienes disfrutan del su encantador pueblito.

Foto: Sitio web Gobierno de México
Pero Palizada no solo es historia y arquitectura. Su impresionante naturaleza ofrece paisajes de ensueño a orillas del río, donde se pueden observar monos aulladores, cocodrilos, tortugas e incluso manatíes. En sus ranchos, la tradición sigue viva: los visitantes pueden ordeñar una vaca, elaborar queso artesanal o extraer jugo de caña en un antiguo trapiche, conectando con las raíces más auténticas del lugar.
Uno de sus íconos más inesperados es una réplica de cuatro metros de la Estatua de la Libertad, un guiño a la estrecha relación de Palizada con el mundo. Más allá de sus postales encantadoras, este pueblo es una invitación a experimentar la vida con calma, a reencontrarse con la belleza de lo simple y lo auténtico.
Palizada no solo se recorre, se vive, se siente en la brisa del río, en la calidez de su gente y en cada historia que aguarda entre sus calles de ensueño.

Foto: Sitio web Gobierno de México