Foto: Sitio web Edzná
México es un país de contrastes, donde la historia sigue viva en cada rincón. Entre los vestigios de su grandeza prehispánica, destaca Edzná, la “Casa de los Itzáes”, una joya maya que, más allá de su majestuosidad arquitectónica, es testimonio del ingenio y la visión de sus habitantes.
Desde el año 400 a.C., esta ciudad floreció en el occidente de la península de Yucatán, alcanzando su esplendor entre los años 400 y 1000. Su grandeza no solo radicaba en sus imponentes construcciones, sino en su avanzado sistema hidráulico, que permitió almacenar agua todo el año en una región donde el líquido es un recurso escaso. Gracias a esto, la ciudad prosperó, su población creció y su influencia se extendió hasta Calakmul y Piedras Negras.


Fotos: Sitio web Edzná / Lugares INAH
El corazón de Edzná es la Gran Acrópolis, una plataforma monumental sobre la que se erigieron templos y edificios administrativos. Entre ellos, el más imponente es el Edificio de los Cinco Pisos, una estructura que domina el paisaje con sus 36 metros de altura y su arquitectura que evolucionó a lo largo de los siglos.
Además de su legado arquitectónico, Edzná fue un centro de poder y conocimiento. Los mayas que la habitaron ajustaron calendarios, desarrollaron avanzados métodos agrícolas y dejaron plasmada su historia en 33 estelas donde se registran gobernantes, alianzas y eventos importantes. Entre estos gobernantes, se identifica a una mujer, lo que resalta el papel femenino en la estructura política maya.
El nombre de la ciudad, derivado de la palabra maya chontal “Ytzná”, nos recuerda su conexión con la gran familia de los Itzá. A pesar de su abandono en el siglo XV, Edzná sigue deslumbrando a quienes la visitan, demostrando que la grandeza de México no solo se encuentra en su presente, sino en las huellas imborrables de su pasado.


Fotos: Sitio web Edzná / Lugares INAH
Información recuperada de Lugares INAH