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En Estados Unidos, la pena de muerte sigue vigente en 27 estados, aunque en tres de ellos (California, Oregón y Pensilvania) las ejecuciones están en moratoria. A lo largo de los años, este castigo extremo se ha aplicado casi exclusivamente por el delito de homicidio. Sin embargo, cada estado tiene sus propias leyes y puede determinar qué circunstancias convierten un asesinato en un crimen elegible para la pena capital.
Factores agravantes más comunes:
- El asesinato de un niño
- Homicidios cometidos durante secuestros o violaciones
- El asesinato de un oficial de la ley en cumplimiento de su deber
- Homicidios perpetrados por personas con antecedentes criminales graves.
También pueden ser castigadas con la pena de muerte personas que no apretaron el gatillo directamente, pero que ordenaron o participaron en crímenes donde alguien murió.
En el pasado, la pena de muerte se aplicaba en casos de violación, especialmente cuando la víctima era blanca y el agresor, afroamericano. Sin embargo, la Corte Suprema determinó que no se puede aplicar este castigo cuando la víctima sobrevive, limitando su uso únicamente para homicidios.
Aunque la gran mayoría de los condenados a muerte lo están por asesinato, hay legislaciones estatales que contemplan este castigo para otros delitos graves:
- Tráfico de drogas (Florida y Misuri)
- El secuestro agravado (Idaho, Montana y Misuri)
- El secuestro de aviones (Georgia y Misuri)
- La traición.
A nivel federal, delitos como el espionaje y el tráfico de grandes cantidades de drogas pueden ser castigados con la pena capital, aunque hasta ahora no hay nadie en el corredor de la muerte por estos crímenes.
En general, aunque la pena de muerte sigue siendo legal en gran parte del país, su aplicación es cada vez más cuestionada, y en varios estados las ejecuciones han disminuido debido a debates éticos, políticos y legales.