Imagen vía Storyblocks
En México cada 10 de mayo, los hogares se llenan de flores, abrazos y homenajes por el festejo del Día de las Madres, porque no solo es una fecha para regalar y agradecer: es una celebración que reconoce el papel fundamental de las mujeres dentro de la familia y la sociedad.
Esta conmemoración tiene un profundo arraigo cultural, que se remonta a 1922 cuando periodista Rafael Alducín promovió la celebración a través del diario Excélsior, el 10 de mayo quedó instaurado como el día para rendir tributo a las madres mexicanas. La iniciativa fue respaldada por figuras como el secretario de Educación, José Vasconcelos, y posteriormente por la Iglesia católica y la Cruz Roja.
La elección del mes de mayo no fue casualidad: está vinculado con la devoción mariana, al ser considerado el mes de la Virgen María. En 1949, se inauguró en la Ciudad de México un monumento en su honor, ubicado en el Jardín del Arte, como símbolo del amor y respeto hacia todas las madres del país.
Un festejo con raíces ancestrales
Aunque la versión moderna del Día de las Madres tiene poco más de un siglo, su origen se remonta a las civilizaciones antiguas. En Egipto, se veneraba a la diosa Isis como madre de los faraones; en Grecia a Rea, diosa de la fertilidad, y en Roma a Cibeles, cuya festividad, la Hilaria, se celebraba durante tres días.
El festejo moderno surgió en Estados Unidos en 1908 gracias a Ann Marie Jarvis, quien impulsó la idea como una forma de honrar a su madre. En 1914, el Congreso estadounidense oficializó el Día de las Madres como una celebración nacional el segundo domingo de mayo, fecha que hoy comparten más de 40 países.
Más allá de los regalos, el 10 de mayo es una oportunidad para reflexionar sobre la labor de las madres, su resiliencia y su contribución a una sociedad más equitativa.