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El Gobierno de Estados Unidos aceptó formalmente este miércoles el Boeing 747 ofrecido por Catar para su uso como nuevo avión presidencial, el Air Force One. La decisión, anunciada por el portavoz del Pentágono, Sean Parnell, ha generado una ola de críticas por sus implicaciones en materia de seguridad e influencia extranjera.
Parnell afirmó que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, aceptó la aeronave “de conformidad con todas las normas y reglamentos federales” y que se garantizarán los protocolos de seguridad necesarios para adaptarlo al transporte del presidente. Remitió a la Fuerza Aérea para detalles técnicos.
La oferta catarí se filtró semanas atrás y provocó escepticismo en ambos partidos. Aunque el presidente Donald Trump calificó el gesto como “generoso” y negó que se trate de un regalo personal, diversos legisladores han expresado preocupación. “Plantea problemas de espionaje y vigilancia”, advirtió el senador republicano Ted Cruz. Desde el Partido Demócrata, varios senadores calificaron el gesto como un “conflicto de intereses” y una posible vía de influencia extranjera.
El primer ministro de Catar, Mohamed bin Abdulrahmán, insistió en que el ofrecimiento es una práctica “normal entre aliados”.
El actual proyecto de renovación del Air Force One, encargado a Boeing, lleva cinco años de retraso, lo que habría motivado a la administración Trump a explorar alternativas. Sin embargo, adaptar el avión catarí podría costar cientos de millones de dólares y tomar hasta dos años, lo que mantiene el debate abierto.
EFE