Foto: Wikipedia
Los republicanos del Congreso han trabajado durante meses en su ambicioso plan de impuestos y gastos, conocido como One Big Beautiful Bill Act, con la intención de lograr un consenso dentro de su diverso partido. Sin embargo, una figura clave que no pertenece al Partido Republicano podría tener la última palabra: la parlamentaria del Senado, Elizabeth MacDonough.
Durante la última semana, MacDonough determinó que numerosas disposiciones del proyecto de ley no cumplen con las reglas del Senado y, por tanto, no pueden incluirse en el proceso de reconciliación presupuestaria, que permite aprobar leyes con mayoría simple y evitar el filibusterismo.
Entre las medidas vetadas se encuentran la venta de tierras públicas, recortes a la asistencia alimentaria, restricciones a inmigrantes en Medicaid y desfinanciamiento de programas ambientales. También fueron rechazadas propuestas como el bloqueo de subvenciones a ciudades santuario y nuevos impuestos a proveedores de salud estatal.
Los republicanos ahora deberán modificar estas secciones para ajustarse a las reglas o eliminarlas por completo, lo que podría diluir gran parte de su agenda. El líder de la mayoría del Senado, John Thune, reconoció el golpe, pero dijo que aún esperan salvar el núcleo del plan: una gigantesca rebaja fiscal de 4 billones de dólares.
El papel de MacDonough ha sido clave. Como parlamentaria desde 2012, su trabajo es asegurar que los proyectos cumplan con las complejas normas del Senado. Aunque los republicanos podrían ignorarla usando la llamada “opción nuclear” para reescribir las reglas con una mayoría simple, Thune y otros líderes han descartado esa vía por sus implicaciones políticas.
No obstante, figuras como el senador Tommy Tuberville han pedido su destitución, mientras que otros republicanos piden ignorar sus decisiones. Por ahora, el futuro del proyecto dependerá de la capacidad del Partido Republicano para adaptar sus propuestas sin perder el apoyo interno ni la aprobación del parlamentario.