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Con más de 50 kilogramos y un metro de longitud en edad adulta, las capibaras —también conocidas como carpinchos o chigüiros— son los roedores más grandes del planeta. Originarias de Sudamérica, su carácter sociable y apariencia simpática las ha convertido en estrellas virales y peluches adorables alrededor del mundo.
Según la ecóloga argentina Julia Mata, estos animales semiacuáticos viven en grupos de cinco a veinte individuos cerca de cuerpos de agua dulce como ríos o lagos, donde nadan con agilidad gracias a sus patas palmeadas. El agua no solo les permite escapar de depredadores, sino también regular su temperatura y reproducirse.
Su temperamento tranquilo ha alimentado su fama: se les ha fotografiado junto a cocodrilos o con aves posadas en el lomo, sin mostrar señales de incomodidad. Las capibaras viven en comunidad, y las hembras comparten incluso la lactancia de las crías.
Pero, advierte Mata, en estado salvaje no son tan dóciles como aparentan en redes: evitan el contacto humano y pueden pelearse con sus poderosos dientes.
Más allá de lo adorable, tienen un rol clave en su ecosistema. Al consumir mucha vegetación, crean “nichos de diversidad” para otras especies y ayudan a prevenir incendios al reducir el material inflamable.
Así, las capibaras no solo son íconos de ternura online, sino también verdaderos ingenieros ecológicos.
EFE