Foto: Secretaría de Turismo México vía Facebook
Cada 14 de agosto, el Pueblo Mágico de Huamantla, Tlaxcala, se transforma para vivir “La Noche que Nadie Duerme”, una tradición que mezcla arte efímero y devoción. Durante esta celebración, las calles se cubren con tapetes monumentales hechos de aserrín, arena, flores y semillas, formando un corredor multicolor por el que avanza la procesión de la Virgen de la Caridad.
El arte de los tapetes monumentales
Los llamados alfombristas dedican meses de planeación y entre 6 y 12 horas de trabajo continuo para crear tapetes que pueden medir hasta 100 metros y costar entre 40,000 y 70,000 pesos. Los diseños incluyen figuras florales, bordados y animales, y son elaborados por familias y comunidades enteras, quienes ven en esta labor una ofrenda para agradecer y pedir favores a su santa patrona.
Un espectáculo que atrae al mundo
Esta tradición, que se remonta al siglo XIX, no solo es la fiesta más importante de Huamantla, sino un atractivo turístico de alcance internacional. Visitantes de todo México y del extranjero acuden para fotografiar y admirar las obras, que desaparecen en cuestión de horas cuando la procesión pasa sobre ellas.
Voces de fe y orgullo
José Antonio Aquino Ramírez, artesano con 25 años de experiencia, comparte que siente “alegría porque valoran tu trabajo” y que su labor es una forma de honrar a la Virgen. Para turistas como Samuel Vera, originario de Chiapas, esta festividad es “alegría y emoción” y una de sus favoritas por la dedicación y belleza de los tapetes.
Con feria, encierro de toros y música, Huamantla reafirma cada año que su noche más larga es también la más colorida y devota.
EFE / Gobierno de México