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Las deportaciones masivas en Estados Unidos están generando una crisis paralela: el abandono de mascotas cuyos dueños son expulsados de forma repentina por las autoridades migratorias. Refugios en Florida, Texas, California, Nueva York, Nueva Jersey y Tennessee reportan estar saturados y con recursos al límite.
En Miami, la organización Adopt and Save a Life Rescue Mission ha recibido en los últimos meses al menos 19 perros y gatos de familias deportadas, además de aves y gallos. Su directora, Daymi Blain, explica que el refugio, ya sobrecargado por casos de abandono debido a desalojos y mudanzas, enfrenta ahora un flujo constante de animales de migrantes detenidos. La asociación alberga más de 50 perros y 30 gatos, y ha tenido que reacondicionar un establo y tres casas rodantes, con gastos mensuales que superan los 1.200 dólares en electricidad.
El fenómeno crece a la par de las cifras oficiales: el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) reporta más de 352.000 inmigrantes arrestados y 324.000 deportados en los primeros 200 días de la actual administración, lo que equivale a 1.620 expulsiones diarias.
La problemática se refleja en casos como el de Benjamín Marcelo Guerrero Cruz, un joven chileno detenido en California mientras paseaba a su perro, que terminó abandonado. En ese estado, la organización C.A.R.E.4Paws prepara un refugio especializado para mascotas de migrantes en riesgo de deportación.
Blain insiste en la necesidad de apoyo comunitario: adopciones, donaciones y voluntariado para cubrir la creciente demanda. “Se nos pasó la capacidad de animales que podemos recibir”, lamenta.
EFE