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En justificación para enviar 300 elementos de la Guardia Nacional a Chicago y con el respaldo de la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, este lunes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, declaró la ciudad como “zona de guerra”, mientras que Pritzker, gobernador del estado de Illinois, acusó al presidente de sembrar caos y autoritarismo.
La medida se da en un contexto de redadas del ICE y preocupación por la seguridad interna, y refleja la línea dura de Trump contra la delincuencia y la inmigración. Una encuesta reciente muestra que el 58 % de los estadounidenses se opone a desplegar tropas en ciudades.
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“Quieren crear la zona de guerra para poder enviar aún más tropas. Tienen que largarse de aquí cuanto antes”, dijo Pritzker.
El mandatario trató de hacer algo parecido el martes pasado en Portland, Oregón al afirmar, sin pruebas, que la ciudad está en llamas. Sin embargo, enfrentó un revés cuando la jueza federal Karin Immergut bloqueó temporalmente el despliegue militar, argumentando que la violencia en la ciudad no justificaba el uso del ejército. Stephen Miller, asesor de Trump, calificó la decisión de la jueza como “insurrección legal”.
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En California, el gobernador Gavin Newsom y el fiscal general Rob Bonta denunciaron un “abuso de poder” por el despliegue de la Guardia Nacional bajo control federal, y recurrieron a los tribunales para impugnar la medida. El gobierno de Trump apeló, y un panel del 9º Circuito suspendió temporalmente el bloqueo, aunque el caso sigue en curso.