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Cada 28 de octubre se celebra al santo de las causas difíciles y desesperadas, San Judas Tadeo, cuya influencia atraviesa fronteras aportando resiliencia a sus fieles de toda América Latina.
Conocido por ser uno de los 12 apóstoles que compartió con Jesús la última cena, pero también por ser el santo de los casos difíciles y comenzó a formar parte de las celebraciones litúrgicas de la Iglesia el 28 de octubre durante el siglo VII; aunque en México y el resto de Latinoamérica se celebra el 28 de cada mes.
Pese a ser un santo muy venerado, es poco lo que se sabe de él: discípulo directo de Jesús y que murió mártir predicando la palabra de Cristo en Asia menor. Además, se cree que sus restos yacen divididos en dos sitios, una parte en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, y la otra en la Basílica de San Sernín, Francia.
En México, la devoción a San Judas se concentra en el Templo de San Hipólito, en el centro de la Ciudad de México, construido entre finales del siglo XVI y 1740. Originalmente, el templo conmemoraba la caída de Tenochtitlán el 13 de agosto de 1521, y San Hipólito era entonces patrono de la ciudad.
En 1982, la devoción a San Juditas, como también se le conoce, se consolidó con la colocación de su primera imagen en el templo, que hoy se considera su casa de facto. Cada 28 de octubre, miles de fieles acuden al templo, llevando imágenes y figuras del santo desde sus hogares para mostrar su fe públicamente durante la procesión.