Imagen vía web Fonoteca Nacional
En Latinoamérica, los boleros se han vuelto el cantar del alma que expresa la melancolía y el amor a través de versos cautivadores y melodías atrayentes. Aunque muchos asocian este género con España, realmente tiene sus orígenes en el siglo XIX en Santiago Cuba.
Consolidado como un ritmo lento, bailable y profundamente romántico, su compás de dos por cuatro y sus letras melancólicas conquistaron pronto todo el Caribe.
Para entender su origen, hay que remontarse a los tiempos de la conquista, cuando cada pueblo invasor trajo consigo influencias culturales y musicales que se mezclaron con las raíces criollas y africanas, dando lugar a nuevas expresiones sonoras.
Durante esa época, Cuba vivía un fuerte vínculo con España, cuya influencia marcó las primeras formas del género. El bolero español era una música para bailar, acompañada de guitarras, castañuelas y tamboriles; sin embargo, al llegar al Caribe, el ritmo se transformó: la guitarra se mezcló con los bongos, tumbadoras y cajas de madera, creando una cadencia sensual y nostálgica.
Fue así como el bolero cubano nació hacia 1840, con “Tristezas”, escrita por el trovador José “Pepe” Sánchez en 1883, considerada la primera composición formal del género. Desde entonces, el bolero se convirtió en la voz del amor y la melancolía latinoamericana.
El bolero en México
A comienzos del siglo XX, el bolero viajó desde La Habana y encontró en Yucatán, México un nuevo hogar. Gracias a la cercanía cultural y geográfica, el género se fusionó con el alma mexicana, dando origen a grandes obras y compositores.
La primera canción mexicana de bolero que alcanzó fama nacional fue “Morenita mía”, de Armando Villarreal Lozano (1921), originando que Yucatán y Veracruz se convirtieran en las cunas del bolero mexicano, de donde surgirían figuras inmortales como Agustín Lara y Armando Manzanero.
A pesar de su origen cubano, el bolero floreció en México como una expresión de identidad y sentimiento con autores como Manuel M. Ponce, Tata Nacho, Guty Cárdenas, Ricardo López Méndez y José Antonio Zorrilla Martínez dieron forma a un estilo único que conquistó escenarios internacionales.
Hoy, el bolero es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, símbolo del amor, la nostalgia y la unión de dos pueblos que lo hicieron eterno: Cuba y México.