Foto: Gobierno de Chiapas vía Facebook
El ámbar de Chiapas, una resina fósil de más de 22 millones de años, no solo es una joya natural, sino también un símbolo de la historia y tradición de México. Este material semiprecioso se encuentra únicamente en las tierras altas del norte y centro de Chiapas, donde ha sido valorado desde la época prehispánica por su belleza y significado cultural.
Un tesoro prehispánico
En Mesoamérica, el ámbar era altamente apreciado para la creación de ornamentos y como objeto de intercambio comercial. Se han encontrado evidencias de su uso en el Altiplano Central, Oaxaca, la región maya y más allá. Según el Códice Florentino, los mexicas clasificaban el ámbar en tres tipos, destacando su transparencia y colores únicos: amarillo, amarillo verdoso y blanco amarillento. En el Posclásico (900-1521 d.C.), su distribución abarcó desde el Centro de México hasta Yucatán y Guatemala.

Foto: Sitio web Gobierno de México
Características únicas
El ámbar de Chiapas se distingue por su brillo, transparencia y colores cálidos, desde amarillos hasta rojizos. Sus yacimientos, principalmente en Simojovel y Totolapa, provienen de antiguas resinas de árboles como el guapiñol. Durante la época colonial, fue incorporado al culto cristiano, siendo utilizado para elaborar rosarios e imágenes religiosas.


Foto: Casa de las Artesanías de Chiapas vía Facebook
Denominación de origen
En 2003, el ámbar de Chiapas obtuvo su Denominación de Origen, garantizando su autenticidad y calidad. La Norma Oficial Mexicana establece estándares para su extracción y elaboración, preservando este legado natural y cultural.
Hoy, la creatividad de los artesanos chiapanecos transforma el ámbar en joyas y objetos de arte que reflejan la riqueza de México y su historia milenaria.


Foto: Casa de las Artesanías de Chiapas vía Facebook