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La reciente reactivación del arancel del 17 % a las importaciones de tomate mexicano ha generado una fuerte división política y económica en Estados Unidos. Mientras legisladores y productores de Florida celebran la medida, voces en Texas y Arizona advierten de efectos negativos sobre el empleo y el precio al consumidor.
Florida, que produce el 70 % del tomate cultivado en EE.UU., aplaudió la retirada del país del Acuerdo de Suspensión de Tomate (TSA), en vigor desde hace 28 años. La Florida Tomato Exchange destacó que las importaciones desde México se dispararon 400 % en las últimas dos décadas y celebró que la medida protegerá a los agricultores locales.
El senador Rick Scott calificó la decisión como “histórica” y agradeció al presidente Trump por “defender a los productores estadounidenses”.
Sin embargo, empresarios y legisladores fronterizos prevén consecuencias graves. Dante Galeazzi, de la Texas International Produce Association, estimó pérdidas por 8.300 millones de dólares y hasta 47.000 empleos en riesgo. También advirtió que los precios podrían subir hasta 50 %.
EFE