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El gobierno de Donald Trump ha convertido el desarrollo del sistema de defensa antimisiles “Cúpula Dorada” (Golden Dome) en una prioridad estratégica, destinando recursos millonarios a un proyecto que aún no tiene bases técnicas claras. Pero, ¿por qué la administración Trump insiste en construir esta defensa?
Temor a una nueva carrera armamentista
La creciente tensión con China, Rusia, Corea del Norte e Irán ha reforzado la idea de que Estados Unidos necesita un escudo defensivo contra posibles ataques de misiles balísticos e hipersónicos. Desde su primer mandato, Trump ha insistido en que el país no está suficientemente protegido ante la evolución de armamento avanzado en sus adversarios.
El sistema actual de defensa antimisiles de EE.UU., conocido como Defensa Terrestre de Medio Curso (GMD), ha demostrado ser poco confiable, con una efectividad inferior al 50% en pruebas de interceptación, según la Asociación de Control de Armas. Esto significa que, en caso de un ataque con múltiples misiles, la posibilidad de una defensa exitosa es limitada.
La influencia de la guerra en Ucrania y la crisis en Medio Oriente
La invasión de Rusia a Ucrania ha servido como un recordatorio del impacto de la guerra moderna. El uso de drones y misiles en ataques de largo alcance ha reforzado el argumento de que Estados Unidos necesita una barrera defensiva más sofisticada.
Asimismo, el éxito del sistema Iron Dome de Israel, que ha interceptado cientos de misiles de corto alcance, ha inspirado a Trump a impulsar una versión mucho más ambiciosa que pueda proteger todo el territorio estadounidense. Sin embargo, los expertos advierten que replicar ese modelo a una escala tan grande no es muy viable.
Un mensaje de fuerza y liderazgo
Más allá de razones estratégicas, “Cúpula Dorada” también tiene un fuerte componente político y simbólico. Trump ha promovido la idea de que EE.UU. debe recuperar su dominio en defensa y tecnología militar. Su insistencia en este proyecto envía un mensaje de fortaleza nacional y liderazgo global, especialmente en un momento en el que busca consolidar su base electoral con un discurso de seguridad.
Intereses de la industria armamentista
El desarrollo de un sistema de defensa de este nivel representa una enorme oportunidad económica para los fabricantes de armas. Empresas como Lockheed Martin ya han comenzado a desarrollar propuestas, y la Agencia de Defensa de Misiles ha recibido más de 360 ofertas de compañías interesadas en el proyecto.
Algunos críticos, como el excongresista John Tierney, han señalado que “Cúpula Dorada” podría ser una excusa para canalizar miles de millones de dólares a la industria militar, sin garantías de que el sistema funcione.
¿Defensa o ilusión?
Si bien la idea de un escudo impenetrable contra misiles puede sonar atractiva, la realidad es que la tecnología necesaria aún no existe. El proyecto enfrenta desafíos técnicos, estratégicos y financieros que podrían convertirlo en otra iniciativa fallida, como la Iniciativa de Defensa Estratégica de Ronald Reagan en los años 80.
Aun así, con la administración Trump impulsando agresivamente su desarrollo, “Cúpula Dorada” podría convertirse en la próxima gran inversión militar de EE.UU., sin importar sus viabilidad real.