En Durango, una nueva generación de cineastas está marcando el rumbo del cine mexicano con producciones únicas y autogestivas. A pesar de las limitaciones económicas, estos creadores han logrado destacar en festivales nacionales e internacionales, demostrando que el talento y la pasión pueden superar cualquier obstáculo.
A pesar de las adversidades, como la falta de fondos específicos para producciones locales, los cineastas duranguenses han logrado abrirse paso en la industria mediante colaboraciones y gestión de recursos. Según Rubén Vargas García, el esfuerzo de generaciones anteriores ha sido clave, pues egresados de las primeras escuelas de cine en la región ahora destacan en festivales internacionales con sus producciones independientes.
Este “boom” ha permitido que el cine de Durango gane reconocimiento y premios, captando la atención de audiencias más allá de las fronteras mexicanas. Andrei Maldonado, cineasta y organizador del Festival Paloma Itinerante, destaca que en los últimos años al menos cinco largometrajes locales se han producido de forma autogestiva, sin apoyo de instancias como IMCINE o el Gobierno del Estado.
Sin embargo, los retos persisten. Los cineastas subrayan la necesidad de crear espacios para la exhibición y distribución de sus obras, además de fomentar audiencias locales que redescubran el placer de asistir a las salas de cine. Como señala Díaz, “no hay cine sin audiencia”; la conexión con el público es esencial para consolidar este movimiento.
El cine de Durango no solo cuenta historias propias, sino que también demuestra que, con determinación, es posible construir una industria cinematográfica vibrante, incluso en escenarios desafiantes.