Donald Trump promete deportar a millones de inmigrantes una vez se encuentre en la Casa Blanca, un plan que, según expertos como Mario Agundez, exoficial de Inmigración, es costoso y difícil de implementar.
Agundez, quien trabajó en deportaciones durante 25 años, explica que el proceso no es inmediato, ya que las leyes de inmigración permiten a los extranjeros presentar sus casos ante un juez, especialmente a los solicitantes de asilo. Con una acumulación de más de dos millones de casos pendientes en las cortes de inmigración, estas deportaciones serían complejas de ejecutar.
Además, los agentes de ICE, encargados de realizar las detenciones dentro del país, dependen de las agencias policiales para identificar a los inmigrantes con antecedentes criminales. El proceso de deportación, especialmente hacia países como Venezuela y Cuba, es aún más complicado debido a los tratados internacionales que rigen estas repatriaciones. Según Agundez, enviar deportados a estos países es “un dolor de cabeza” logísticamente.
Otro gran obstáculo es el costo. Cada vuelo de deportación puede costar más de 100.000 dólares, sin contar la manutención de los detenidos mientras esperan su repatriación.
El Consejo de Inmigración Estadounidense estima que deportar a los 13 millones de indocumentados en el país costaría más de 315.000 millones de dólares, una cifra que consideran conservadora. Aunque Trump podría intentar cumplir su promesa, los expertos advierten que podría tener un alto costo tanto económico como humano, con la detención indefinida de muchos inmigrantes como una posible consecuencia.