Foto: Orizaba Pueblo Mágico vía Facebook
El Pueblo Mágico de Orizaba es una joya de la historia y la arquitectura mexicana. Custodiado por el majestuoso Pico de Orizaba, la ciudad ha sido testigo de una rica evolución que combina su legado prehispánico, colonial y moderno. Entre sus tesoros arquitectónicos, el Palacio de Hierro destaca como una maravilla única en el mundo, un testimonio del esplendor de una época y de la belleza que invade cada rincón de este pueblo lleno de historia.
El Palacio de Hierro, construido entre 1892 y 1894, es el único palacio metálico en el mundo, una obra maestra del Art Nouveau que se erige como el emblema de la modernidad de la época. Encargado por Julio M. Vélez, alcalde de Orizaba, y diseñado por la Societé Anonyme des Forges d’Aiseau de Bélgica, esta construcción fue un símbolo de progreso para la ciudad, en una época en la que Orizaba se destacaba por ser una de las más cultas y productivas de México.

Foto: Orizaba Pueblo Mágico vía Facebook
La historia detrás de su construcción es tan fascinante como el propio edificio. Las piezas que conforman el palacio fueron enviadas desde Amberes, Bélgica, en tres barcos de vapor, y su ensamblaje en Orizaba fue un desafío, ya que llegaron con piezas rotas y un plano incompleto. A pesar de estos contratiempos, el edificio fue inaugurado en 1894, marcando un hito en la ciudad, que había sido un punto clave en el camino entre la Ciudad de México y Veracruz durante la época colonial.
Por más de 90 años, el Palacio de Hierro fue utilizado como palacio del gobierno local, siendo el centro de decisiones políticas y administrativas. En 1991, cuando el municipio trasladó su sede al Centro Educativo Obrero, comenzó un proceso de restauración que culminó en 2000, cuando el Palacio de Hierro reabrió sus puertas como un centro cultural. Hoy en día, alberga el Gran Café de Orizaba, el Museo de la Cerveza, y otros espacios culturales que siguen alimentando la identidad y el espíritu de este Pueblo Mágico.



Fotos: Orizaba Pueblo Mágico vía Facebook
Recorrer las calles de Orizaba es como adentrarse en un viaje al pasado, donde los ecos de la historia se mezclan con la modernidad, y el Palacio de Hierro, con su imponente estructura de hierro y vidrio, es un símbolo de ese constante diálogo entre el ayer y el hoy. En sus muros y columnas, guardados por el Pico de Orizaba, se refleja el alma de un pueblo que, con cada paso, recuerda su rica herencia cultural, su amor por la tradición y su mirada al futuro.