Foto: Sitio web México Desconocido
En el corazón de Tapijulapa, en las grutas de Villa Luz, se celebra una de las tradiciones más antiguas y singulares de México: El Ritual de la Pesca de la Sardina Ciega. Este evento, profundamente arraigado en la cosmovisión prehispánica de los Zoques, fusiona elementos naturales, culturales y espirituales en un homenaje a las deidades que rigen el equilibrio del universo, como Chac, el Dios de la Lluvia.
EL fantástico ritual
Cada año, entre abril y mayo, antes de Semana Santa, los habitantes de la región se reúnen para realizar este ritual de ofrenda y comunión con la naturaleza. El evento inicia con la música de tamborileros, quienes marcan el ritmo con tambores y pitos de carrizo. Los participantes, encabezados por un anciano conocido como “el mayordomo”, forman un círculo de danza mientras portan canastos llenos de flores y velas.
El mayordomo eleva las ofrendas al cielo y pide permiso al “abuelo de la cueva” para pescar. Con las plegarias hechas, el grupo desciende a la cueva iluminada por velas. Ahí preparan el barbasco, un compuesto de tubérculo triturado y cal que, al ser arrojado al agua sulfurosa, narcotiza a los peces. Las sardinas ciegas emergen lentamente, permitiendo que los pescadores las recojan en sus canastos.

Foto: Sitio web México Desconocido
Una pesca con significado
Este ritual no es solo un método de pesca, sino un acto de respeto y gratitud hacia la naturaleza. La tradición tiene sus raíces en la veneración a la lluvia, el agua y la fertilidad de la tierra. A lo largo de los siglos, ha evolucionado para incorporar elementos mestizos, convirtiéndose en una celebración de identidad comunitaria.
El evento culmina en una fiesta que simboliza la armonía entre el hombre y su entorno. El pescado recolectado es compartido entre las familias del pueblo, cerrando el ciclo de reciprocidad con la naturaleza.
La pesca de la sardina ciega trasciende su contexto local para representar la riqueza de las tradiciones mexicanas y su capacidad de preservar el diálogo entre pasado y presente. Este legado, que combina música, danza y prácticas sustentables, es un recordatorio de la profunda conexión entre las comunidades indígenas y los recursos que les rodean.




Fotos: Facebook Mundo Maya / Sitio web México Desconocido