Ciudad de México, 6 ene (EFE).- El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, se despidió este lunes con un mensaje en el que aseguró no arrepentirse de nada, a pesar de las tensiones entre ambos países por las críticas de Washington a la reforma judicial y la producción de fentanilo en México.

“No me arrepiento de nada. Me voy mejor, sintiéndome que hemos realizado un trabajo fuerte y bueno, que se debía llevar a cabo con más frecuencia entre ambos países”
Cooperación histórica entre México y EE.UU.
“En más de tres años y más de 120 visitas, recorrí los 32 estados de México. Nuestros países han vivido una cooperación histórica, consolidando a América del Norte como la principal potencia económica”, recalcó Salazar.
El presidente electo de Estados Unidos, el republicano Donald Trump, quien asumirá el cargo el próximo 20 de enero, ha nominado al coronel en retiro Ronald Johnson como nuevo embajador en México. Su candidatura deberá ser aprobada por el Senado de EE.UU.

Tensión y críticas sobre la política de seguridad y el fentanilo
Salazar, de 69 años, comenzó su mandato mostrando cercanía con el presidente Andrés Manuel López Obrador, pero la relación se tensó con el tiempo. Las críticas del embajador se centraron en la política de seguridad del gobierno mexicano y la reforma judicial, que propone la elección popular de los jueces.
En cuanto a la crisis del fentanilo, que ha causado una ola de muertes por sobredosis en Estados Unidos, Salazar reconoció que el fentanilo se produce en México y China. “Sé lo que pasa, que hay fentanilo en México y también sé que se produce aquí”, afirmó.
No obstante, agregó que el debate sobre si se produce o no el fentanilo no ayuda a resolver la situación y llamó al gobierno mexicano a mantener la colaboración con Estados Unidos en la lucha contra este problema.
El futuro de la embajada y la política migratoria
Mark Johnson, encargado de negocios, asumirá el cargo de embajador de Estados Unidos en México tras la salida de Salazar.
Sobre las propuestas de deportaciones masivas y el endurecimiento de las políticas migratorias de Trump, el embajador saliente reconoció que habrá “cambios” y “temor” entre la población migrante en EE.UU. Se estima que cerca de la mitad de los 11 millones de indocumentados en el país son mexicanos.
La semana pasada, Claudia Sheinbaum, presidenta de México, propuso una reunión entre los ministros de Exteriores de América Latina para discutir los retos de la migración con la llegada de Trump a la Casa Blanca.
Sheinbaum ha reiterado su disposición para recibir a los mexicanos deportados y ha insistido en que la repatriación debe hacerse a los países de origen, no solo a México.