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La organización Fronteras Compasivas celebra 25 años de salvar vidas en uno de los tramos más peligrosos de la frontera entre México y Estados Unidos: el desierto de Arizona. Desde 2000, la agrupación ha colocado estaciones de agua en puntos clave del desierto, una labor que ha salvado innumerables vidas de migrantes indocumentados.
El desierto: una trampa mortal
Desde la década de 1990, cerca de 4,000 personas han muerto intentando cruzar por Arizona. Uno de los casos más trágicos ocurrió el 23 de mayo de 2001, cuando 14 migrantes fallecieron por deshidratación y otros 12 sobrevivieron tras perderse en el llamado ‘Camino del Diablo’. Este hecho marcó el inicio de un esfuerzo más estructurado por parte de Fronteras Compasivas para ofrecer ayuda humanitaria.
Cada estación de agua consiste en un tambo azul visible a lo lejos, con una bandera del mismo color para alertar a los migrantes. La organización también creó un mapa detallado con los lugares donde han encontrado restos humanos, una herramienta vital que se actualiza constantemente.
Resistencia frente a la adversidad
Con la segunda presidencia de Donald Trump, Fronteras Compasivas ve su trabajo como más urgente que nunca. Robin Hoover, fundador de la organización, advierte que la creciente militarización de la frontera podría elevar nuevamente las muertes.
Pese a las críticas y el vandalismo que han sufrido, los voluntarios siguen firmes en su misión. “Nuestro único objetivo es salvar vidas, independientemente del estatus migratorio”, afirma Laurie Cantillo, actual presidenta.
Hoy en día, la organización mantiene cerca de 50 estaciones activas, y continúa adaptándose al cambiante flujo migratorio para colocar agua donde más se necesita.
EFE