Las milicias civiles armadas en Arizona, como Arizona Border Recon, han retomado su presencia en la frontera tras el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales.
Este grupo, liderado por Tim Foley, se describe como un colectivo de civiles y veteranos que busca colaborar con las autoridades en los esfuerzos por asegurar la frontera con México y controlar el flujo migratorio. Foley afirmó que, desde la victoria de Trump, han recibido numerosas solicitudes de personas interesadas en unirse.
En un video reciente, el grupo muestra a unos 20 hombres recorriendo la frontera, vestidos con ropa camuflada y portando armas de alto calibre.
Aunque Arizona Border Recon evita el término “milicia”, Foley asegura que su objetivo no es subvertir al gobierno, sino “defender el país”. Argumenta que sus miembros, rastreadores certificados con conocimiento de la región, podrían ser útiles en la nueva administración.
El fenómeno no es nuevo en esta región. Desde la década de 2000, grupos como el Proyecto Minutemen o figuras como Roger Barnett han protagonizado vigilancias y arrestos civiles. Sin embargo, estos esfuerzos han generado controversias, incluyendo denuncias de abuso y violaciones a los derechos civiles.
La activista Isabel García, de la Coalición de los Derechos Humanos de Arizona, expresó preocupación por la reactivación de estas milicias, temiendo posibles abusos contra migrantes y perfiles raciales. También advirtió sobre riesgos para grupos humanitarios que trabajan en el área.
Con la posible cooperación entre estas organizaciones civiles y las agencias federales, se plantea un panorama complejo en el manejo de la seguridad fronteriza, donde las tensiones entre la seguridad y los derechos humanos estarán bajo el escrutinio público.