El presidente Joe Biden y la primera dama, Jill Biden, confirmaron su asistencia a la toma de posesión de Donald Trump, que tendrá lugar el próximo 20 de enero en el Capitolio, en Washington. Esta decisión, según la Casa Blanca, refleja el compromiso de Biden con la democracia y una transición ordenada de poder.
Un compromiso previo
Antes de las elecciones presidenciales, Biden ya había anunciado su intención de asistir a la ceremonia “independientemente de quién ganara”, en contraste con Trump, quien no asistió a la investidura de Biden en 2021. Este gesto fue considerado una ruptura con la tradición, ya que Trump fue el primer presidente en más de 150 años en no estar presente durante la transición de mando.
Andrew Bates, portavoz de la Casa Blanca, declaró que Biden ve su asistencia como “una demostración importante de respeto a la voluntad del pueblo” y como un acto de honor a los valores democráticos de Estados Unidos.
Retos en la transición
Pese a que los equipos de transición de ambas administraciones han sostenido reuniones iniciales, el proceso formal aún enfrenta obstáculos. Según Bates, el equipo de Trump no ha firmado acuerdos clave con la Casa Blanca ni con la Administración de Servicios Generales, lo que ha retrasado temas críticos relacionados con la seguridad y la logística de la toma de posesión.
La ceremonia será un evento clave para reafirmar la estabilidad democrática en un país que ha enfrentado tensiones políticas significativas en los últimos años.