H. Ayuntamiento Constitucional de Comitán de Domínguez vía Facebook
En el corazón de Chiapas, donde las montañas se visten de verde y las tradiciones laten con fuerza, se encuentra Comitán de Domínguez, un pueblo lleno de historia y magia. Cada 10 de febrero, esta ciudad fronteriza se transforma para celebrar a San Caralampio, un mártir cuya devoción ha sido símbolo de protección y esperanza para sus habitantes desde principios del siglo XX.
¿Quién fue San Caralampio?
San Caralampio fue un mártir cristiano que vivió en el siglo II d.C. y murió defendiendo su fe durante las persecuciones romanas. Aunque su nombre y su historia vienen de tiempos lejanos, su figura ha encontrado un lugar especial en Comitán, donde la devoción al santo simboliza la unión entre lo divino y la identidad cultural de esta región.
Un santo protector de Comitán
La historia de esta celebración se remonta a mediados del siglo XIX, cuando una epidemia de viruela y cólera azotó la región de Los Llanos de Comitán, diezmando a la población. Según la tradición, San Caralampio intercedió para proteger al pueblo, logrando que la peste cesara. En agradecimiento, los habitantes construyeron una iglesia en su honor, y desde entonces, cada año, su festividad se convierte en una de las tradiciones más queridas del estado.
Entradas de velas y flores: El inicio de la Romería
La fiesta comienza con la entrada de velas y flores, un acto lleno de color y simbolismo. Fieles católicos de Comitán y comunidades cercanas, como Las Margaritas, La Trinitaria y Tzimol, se reúnen en procesión para ofrecer su gratitud al santo. Las calles se llenan de música, aromas de incienso y una alegría contagiosa que une a generaciones enteras.
Comitán, Un Pueblo de Tradiciones Vivas
Más allá de la fiesta, Comitán es un lugar lleno de encanto. Sus raíces indígenas tojolabales, mezcladas con la herencia colonial, le dan un carácter único. En sus calles se siente la influencia de los antiguos dominicos y la fuerza de las comunidades que han mantenido vivas sus costumbres.
La Fiesta de San Caralampio es más que una celebración religiosa; es una ventana al alma de Chiapas, un recordatorio de la resiliencia y la alegría de su gente.