Foto: Página oficial Museo Nacional de Antropología
En las tierras de Tenosique, Tabasco, donde el río Usumacinta serpentea entre raíces mayas y mestizas, la máscara de Cojó se erige como un símbolo vibrante de identidad cultural. Este artefacto, labrado con la paciencia y el ingenio de los artesanos locales, forma parte esencial del Baile del Pochó, una antigua danza que transforma el carnaval en un ritual de transformación y resistencia.
Una máscara con múltiples rostros
El Cojó, personaje principal del Baile del Pochó, es tanto un provocador como un creador de historias. Con su máscara, puede ser animal, flor, humano o diablo, adoptando identidades que desafían las normas y celebran la diversidad. La máscara, elaborada en madera y pintada con tonos vibrantes de naranja, blanco y negro, presenta detalles minuciosos que narran su carácter: un antifaz blanco delineado en negro, cejas y pestañas oscuras, un bigote francés y una cruz católica en la frente. Estos elementos crean una mezcla fascinante de lo terrenal y lo divino, lo tradicional y lo contemporáneo.
El diseño “El mil amores”, inscrito en la frente de la máscara, refleja no solo el humor y el ingenio del Cojó, sino también la riqueza simbólica de esta tradición.
Arte y evolución en Tenosique
La máscara de Cojó pertenece a una tradición plástica local que, aunque anclada en la herencia indígena, ha evolucionado con el tiempo. Los artesanos de Tenosique, guardianes de este legado, han adaptado las técnicas y materiales, manteniendo viva esta expresión artística.
El sombrero de palma adornado con hojas y flores, los paliacates rojos y el lienzo blanco que cubre el rostro y el cabello complementan el conjunto, dotando al Cojó de un aspecto imponente que atrae las miradas en las festividades.

Foto: Sitio web Museo Nacional de Antropología
La máscara y su contexto ritual
El Baile del Pochó, donde la máscara cobra vida, es una representación ritual que podría tener raíces prehispánicas. Este carnaval, considerado uno de los más auténticos y peculiares de México, no solo celebra la identidad local, sino que también es un espacio de reflexión sobre la naturaleza humana, la lucha entre el bien y el mal, y la riqueza cultural que define a Tabasco.
Un legado que perdura
En las calles de Tenosique, cada golpe del tambor y cada movimiento del Cojó son un testimonio de cómo las tradiciones pueden transformarse sin perder su esencia. Las máscaras, labradas con destreza y pintadas con pasión, no son meros objetos; son rostros de una cultura que se niega a desaparecer.
Así, la máscara de Cojó no solo es un símbolo de una danza antigua, sino también una ventana al alma de una comunidad que, a través del arte y la tradición, mantiene vivo el espíritu de su tierra.




Fotos: Sitio web Museo Nacional de Antropología