Foto: EFE
El mundo de la literatura se viste de luto con la partida de Mario Vargas Llosa, escritor, político y Premio Nobel de Literatura 2010. Falleció este domingo en Lima, a los 89 años, dejando una obra colosal que marcó profundamente la narrativa en español y colocó a la literatura latinoamericana en el centro del mapa cultural mundial.
Autor de novelas icónicas como La ciudad y los perros y Conversación en la Catedral, Vargas Llosa fue una figura insustituible del llamado “boom latinoamericano”, junto a Gabriel García Márquez, Julio Cortázar y Carlos Fuentes. Fue parte de una generación que transformó el realismo en magia, cruzando la historia con la imaginación, y haciendo de cada novela una experiencia transformadora.
Instituciones, escritores y líderes políticos de toda Iberoamérica han lamentado su fallecimiento. La presidenta de Perú, Dina Boluarte, lo calificó como “escritor universal”, mientras que la Fundación Gabo lo definió como “maestro de la narrativa”. Sus colegas, como Alfredo Bryce Echenique, lo consideraron “el peruano de todos los tiempos”.
Su vida no estuvo exenta de polémica ni de pasiones intensas. Su amistad con Gabriel García Márquez —que nació entre admiración y coincidencias literarias— terminó abruptamente en 1975 con un célebre puñetazo y un silencio que duró hasta el final. Aquel quiebre simbólico marcó también el fin de una época dorada para la literatura en español.
Vargas Llosa había declarado que escribiría “hasta el último de mis días”, y así fue. Su legado, alimentado por una imaginación desbordante y un compromiso firme con la libertad, quedará como un faro para las futuras generaciones.
No habrá ceremonia pública para despedirlo, pero sus lectores, en Lima y en todo el mundo, ya lo están haciendo: abriendo uno de sus libros y reencontrándose con ese “sueño infinito” que, según él, solo la literatura podía ofrecer.
EFE