Imagen vía Facebook Fonart
Las muñecas forman parte de las artesanías mexicanas, desde las bonitas muñequitas ‘Lele’ hasta las coloridas ‘Lupita’ que datan desde la época de la conquista para competir contra las muñecas de porcelana de ese entonces.
Durante la época colonial, las muñecas de porcelana eran un objeto de lujo reservado para las familias de alto poder adquisitivo. Para la mayoría del pueblo mexicano, estas muñecas eran inalcanzables debido a su alto costo. Fue entonces cuando surgió la idea de crear muñecas de cartón, con extremidades móviles y decoradas con colores vivos, accesibles para todas las niñas y niños.
Un juguete hecho con creatividad y tradición
Las Lupitas comenzaron a elaborarse de forma artesanal en los hogares mexicanos, logrando su principal propósito: brindar alegría a la infancia. Aunque no se conoce con exactitud su fecha de origen, se sabe que eran populares en lugares como Celaya, Guanajuato, y la Ciudad de México. Se vendían especialmente en celebraciones como el Día de Reyes (6 de enero), Semana Santa, junto a los tradicionales Judas de cartón, y en Corpus Christi.
Estas muñecas se elaboran con papel maché y engrudo, siguiendo la técnica tradicional de la cartonería. Con el tiempo, su diseño se fue perfeccionando. La figura se moldea con matrices de cemento o barro, sobre las que se colocan tiras de papel humedecidas con engrudo. Luego, tras el secado, la pieza se lija y se pinta a mano, reflejando la creatividad de cada artesano.
Un legado que perdura
A pesar de la diversidad de muñecas disponibles en la actualidad, las Lupitas siguen siendo buscadas y apreciadas, tanto por coleccionistas mexicanos como por extranjeros que valoran el arte popular.
Detrás de cada artesanía mexicana hay una historia que nos conecta con nuestras raíces y nos recuerda que la creatividad y el ingenio siempre han sido parte de nuestra identidad.