Foto: Instituto Nacional de Antropología e Historia vía Facebook
En el corazón de Chiapas, entre la densidad de la selva tropical y la música natural de sus cascadas, se erige Palenque, una de las joyas más preciadas del mundo maya. Este lugar no solo cuenta historias talladas en piedra, sino que también es un testimonio viviente de la relación profunda entre el ser humano y su entorno, de la creatividad, el conocimiento y la espiritualidad que marcaron una civilización muy especial.
Con una temperatura anual que ronda los 26°C y lluvias torrenciales en verano, el clima de Palenque no apaga su esencia; al contrario, la intensifica. Cada gota de agua parece recordar el tiempo en que estas tierras fueron hogar de una de las dinastías más brillantes del periodo Clásico maya. Aquí, la arquitectura y la naturaleza se entrelazan, creando un escenario que inspira respeto y asombro.

Foto: Sitio web Gobierno de Chiapas
El legado de Pakal y los Templos del Saber
El Templo de las Inscripciones, donde se halló la majestuosa tumba del Rey Pakal, resguarda más que restos materiales; es un portal hacia la concepción maya del tiempo, la muerte y la trascendencia. Este lugar, al igual que El Palacio y los templos de la Cruz y el Sol, no fue solo un espacio de veneración, sino también de aprendizaje y preservación de conocimientos.
Los glifos que adornan estas estructuras narran historias de alianzas, guerras, matrimonios y sueños. A través de ellos, los mayas no solo construyeron una de las primeras escrituras mesoamericanas, sino que también legaron un modelo de pensamiento que trascendido durante siglos.
Un nombre con raíces profundas
El nombre “Palenque” evoca protección y fortaleza, con raíces que podrían provenir tanto del español como del chol, el idioma local. Cada denominación que ha recibido este sitio a lo largo de la historia, desde Na Chán (“ciudad de las serpientes”) hasta Otolum (“lugar de las piedras caídas”), refleja la percepción de los antiguos sobre su entorno: un espacio sagrado y dinámico, lleno de misterios que aún esperan ser descifrados.
Lejos de ser un sitio arqueológico más, Palenque es un recordatorio del ingenio humano y de su capacidad para armonizar con la naturaleza. En sus templos, inscripciones y paisajes, los ecos de una civilización que entendió la vida como un todo interconectado siguen presentes.

Foto: Protección Civil de Chiapas vía Facebook