Madrid, 17 sep (EFE).- El español Alejandro Gómez Palomo, creador de la marca Palomo Spain, ahora solo Palomo, celebra su “mayoría de edad en la moda” con un viaje emocional en el que la juventud se transforma en madurez y aborda su independencia con una colección cohesionada, una costura madura y ordenada, sin apenas teatralidad.
Es la decimoctava colección del diseñador, un punto de inflexión en su trayectoria porque ahora Palomo Spain se convierte en Palomo, un nombre más corto, más efectivo. “Creo que ya todo el mundo es capaz de pensar en mí cuando ven Palomo”, explica este miércoles a EFE antes del desfile en el hotel Palace, en el marco de la Semana de la Moda de Madrid.
Su intención nunca fue que la marca se llamara ‘Palomo Spain’, prefería una sola palabra, Palomo, pero en Instagram no se podía, así que decidió añadir el ‘Spain’ del etiquetado ‘made in Spain’.
“Quería una sola palabra que fuese mucho más contundente, más concisa y concreta: Palomo como Valentino”, aclara el diseñador, cuyas creaciones han lucido famosas como Karol G, Miley Cyrus o Beyoncé.
Haciendo gala a esa mayoría de edad, tras desfilar en París y Nueva York, vuelve a Madrid para presentar su colección. “Estoy muy feliz de volver a Madrid, además coincide que nos acabamos de mudar aquí con nuevos proyectos”.
Deja atrás su etapa en su pueblo, Posadas (en Córdoba, sur de España), donde creó el universo Palomo, para abordar una nueva etapa de madurez en la que busca el crecimiento y expansión creativa de la empresa. “Soy de pueblo y allí he pasado años maravillosos (…), pero ha primado una decisión estratégica, nos viene bien refrescarnos”, dice.
Con esta nueva mirada, en el desfile se vieron jóvenes listos para emanciparse, “pero que todavía les viste su madre, aunque dentro de ellos se abre paso un universo más inquieto, más sensual, más libre, se mueren de ganas por descubrirse ellos mismos”, explica el diseñador, Premio Nacional de Diseño de Moda 2024.
El imaginario visual del nuevo trabajo, ‘Eighteen’, se nutre del cine de Sofía Coppola desde “The Virgin Suicides” (1999) a ‘Marie-Antoinette’ (2006), “donde la inocencia encapsulada convive con una rebeldía soterrada y un deseo feroz de libertad”.
En el desfile sorprendió la cohesión de las piezas, una costura más madura, más ordenada, muy delicada, “preparada para formar parte del armario y de la vida de cualquiera de los que estén ahí sentados en el público”, dice el creador.
Ni plumas, ni lentejuelas, ni vestidos con cinco metros de cola, justo lo contrario, piezas con mucha realidad, pero no anodinas, piezas que exploran siluetas inusuales y detalles meticulosamente elaborados, piezas que apetece llevar como conjuntos de chaqueta y pantalón piel, y vestidos fluidos.
Artífice de que los hombres se sientan bastante cómodos con una imagen más femenina, Palomo sigue jugando con la ambigüedad masculina y femenina, con lo sexy y lo naif, pero siempre con ese toque de perversión que se ha visto en pantalones cortos y ‘tops’ con hermosas lazadas.
En el universo Palomo priman los colores suaves, como el rosa pastel, verde agua y azul claro, los tejidos que evocan la intimidad de una vida doméstica, cortes inesperados y “volúmenes que hablan de deseo y detalles que anticipan la huida”.
Son prendas masculinas y femeninas bien diferenciadas. “Siempre he defendido que la estética es lo que no tiene género, pero el cuerpo de la mujer y el hombre son siluetas muy diferentes y así hay que entenderlos”.
A lo largo del desfile se vieron propuestas diurnas y nocturnas, que dan opción a construir un armario 360 y que se refuerzan con coquetas puntillas, bordados florales adornados con cristales verdes, azules y rosas de Swarovski.
Más allá de la moda, ‘Eighteen’ es un manifiesto: “la celebración de crecer, de irse de casa, de vivir bajo las propias reglas”, afirma Palomo en el comienzo de una nueva etapa más realista.
Carmen Martín