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Uno de los símbolos más emblemáticos de Hermosillo Sonora es el famoso Cerro de la Campana, y es visible desde casi cualquier punto de la ciudad.
El Cerro de la Campana también es un mirador que ofrece atardeceres espectaculares y una historia que se remonta al siglo XVII y su nombre proviene tanto de su forma acampanada y del sonido metálico que producen las rocas fonolitas al ser golpeadas.
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Estas piedras, únicas en la región, llamaron la atención de exploradores españoles que buscaban metales preciosos, pese a que no encontraron oro, sí descubrieron mármol y piedra caliza, lo que dio paso a una intensa explotación minera.
Un cerro con historia: de cantera a símbolo de identidad
El cerro fue comprado en 1884 por Víctor Aguilar y Francisco Alatorre por tan solo 236 pesos, iniciando una etapa de explotación de piedra que empleó a más de 100 trabajadores. Los materiales extraídos del cerro fueron usados para levantar importantes edificios, entre ellos, la antigua Penitenciaría de Sonora, que fue construida por presos, muchos de ellos indígenas yaquis, y hoy sede del INAH en Sonora.
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Ya en el siglo XX, el cerro fue adaptado como espacio recreativo; siendo en 1964 cuando se pavimentó el camino hacia la cima, y en 1966 se le declaró Monumento Cívico en honor a Jesús García Corona, el héroe ferrocarrilero. En 2012, se renovó con iluminación, bancas, jardineras y una pequeña cafetería, convirtiéndolo en un mirador turístico y cultural.
El mejor momento para visitarlo es al atardecer, cuando los cielos rojizos y anaranjados de Sonora convierten el paisaje en una postal viviente.