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Donald Trump ha mandado a pavimentar la Rosaleda de la Casa Blanca, la zona ajardinada que rodea el Despacho Oval, con el objetivo de facilitar la celebración de eventos en ese espacio.
El mandatario conversó brevemente con uno de los trabajadores encargados de cubrir el área donde anteriormente había césped antes de abordad el helicóptero presidencial.
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Diseñado en 1962 por la entonces primera dama Jacqueline Kennedy, el espacio consta de una zona de césped, que ahora está siendo pavimentada, y parterres con rosas y ha sido uno de los espacios más emblemáticos de la Casa Blanca, escenario de numerosos eventos oficiales, siendo la locación oficial en la que Trump impuso los aranceles a la mayoría de los países del mundo.
Esta no es la primera vez que se propone la remodelación de este espacio pues en 2020, durante el primer mandato del republicano, Melania Trump impulsó una controvertida renovación del jardín, que incluyó la retirada de árboles y algunas flores coloridas y ahora, con el regreso al poder de Trump, se ha insinuado la de sustituir el césped de la Rosaleda por una superficie pavimentada, similar al patio de su residencia privada en Mar-a-Lago, Florida.
Entre los cambios más visibles destacan:
- Orden para talar una histórica magnolia plantada durante el mandato de Andrew Jackson, alegando que estaba enferma.
- Instalación de dos banderas gigantes de Estados Unidos en los jardines norte y sur, con mástiles de 30 metros, financiadas personalmente por el presidente.
- Decoración dorada en el Despacho Oval, con retratos de expresidentes y fotografías significativas, como su ficha policial y la imagen del atentado que sobrevivió.
Además, el mandatario ha manifestado su deseo de construir un salón de baile dentro de la Casa Blanca, con un presupuesto estimado de 100 millones de dólares, aunque hasta el momento no se ha anunciado cuándo comenzará la obra.
La nueva modificación ha provocado una ola de reacciones en redes sociales, con críticos señalando que la pavimentación elimina un símbolo de tradición y belleza natural en el corazón del poder estadounidense.
EFE