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Dentro del corazón de la Huasteca se encuentra un sinfín de expresiones culturales y gastronómicas que reflejan la profunda relación de sus habitantes con la región.
Uno de los platillos más representativos de esta zona es el zacahuil, un tamal de origen prehispánico que forma parte de la identidad cultural de la huasteca. n la Huasteca poblana, su preparación es una tradición en las festividades, donde se elabora en grandes dimensiones para alimentar a más de 80 personas. Mientras tanto, en Pánuco, en el norte de la Huasteca veracruzana, es un desayuno típico entre sus habitantes.
Un significado ligado a su preparación
El nombre del zacahuil provine del náhuatl: zacatl, que significa “zacate, pasto o foraje” y wili o wilili, que se refiere a un aro de bejuco con con fondo de palma o hilo torcido que se cuelga y se usa para resguardar lo que sobre de los alimentos.
Este significado guarda relación con su preparación: una mezcla de masa de maíz, chiles secos, manteca y carne de cerdo o pollo se vierte sobre grandes hojas, que luego se cierran cuidadosamente. Un solo tamal zacahuil puede llegar a pesar hasta 20 kilos.
El proceso de cocción del zacahuil es lo más importante, pues se cocina en un horno de piedra por unas doce horas, otorgándole un sabor único al tamal y que posteriormente será servido en una boda, funeral, u otra festividad importante.
Otro de sus significados es “bocado grande”, que podría deberse a su gran tamaño y forma parte de las ofrendas a los difuntos en el Xantolo, fiesta de todos los santos celebrada el 1 y 2 de noviembre.
Más que un platillo, el zacahuil es un símbolo de las tradiciones y creencias de la Huasteca, uniendo a sus comunidades a través de sabores ancestrales y una preparación única que ha perdurado por generaciones.