São Paulo, 26 nov (EFE).- “Exigente” y “aguerrido” son algunos de los adjetivos que acompañan en la prosa general al nombre de Abel Ferreira, el estratega antes anónimo que grabó su nombre a base de victorias en el Palmeiras y que ahora quiere darle su cuarta Copa Libertadores.
La llegada al fútbol brasileño convirtió a Ferreira, un exlateral de carrera modesta en clubes como el Sporting de Lisboa y el Sporting Braga, en uno de los nombres más influyentes y exitosos de la nueva generación de entrenadores.
Nacido en la ciudad portuguesa de Penafiel el 22 de diciembre de 1978, el portugués inició su trayectoria como técnico en categorías de base y segunda división de clubes portugueses, donde se ganó la fama de ser estudioso y disciplinado.
Antes de las pizarras y las ruedas de prensa incendiarias, Abel se destacó por su capacidad para darle lugar a jóvenes talentos y por resignificar a jugadores que parecían condenados al ostracismo.
Posteriormente, con esa filosofía y bagaje pero vistiendo la sudadera verde, rompió varios récords y se transformó en el entrenador con más tiempo en el Palmeiras en una única e ininterrumpida etapa, y en el más ganador tanto en el ámbito internacional como en el campeonato local, entre otros destaques.
En el radar brasileño
Dos años después de colgar los botines a causa de una lesión, Abel Ferreira comenzó su jornada como técnico en las inferiores y segundas categorías de Sporting Lisboa y Braga.
Incluso llegó a integrar el equipo principal de este último, un crecimiento que le sacó un vuelo directo al PAOK de Grecia.
Con él en el banco, este club griego de menor envergadura y recursos limitados venció al Benfica de Jorge Jesús en la fase de clasificación de la Liga de Campeones de la UEFA en 2020. Eso colocó a Ferreira en una vidriera internacional, sobre todo para adversarios del Flamengo, al que Jesús había dejado de dirigir hacía poco tiempo.
Así fue que su nombre comenzó a oírse dentro del Palmeiras como un posible sustituto para el entrenador saliente, Vanderlei Luxemburgo, hasta que el traspaso se confirmó ese mismo año, un mes y medio después de la victoria.
Su aterrizaje en el Palmeiras, en un momento de reorganización, se transformó rápidamente en un lustro de títulos y dominio.
Desde ese momento, al mando del equipo, Abel acumula más de 350 partidos y 10 títulos, entre nacionales e internacionales.
Bajo su ala, el Verdão, además de disputar la final de la Libertadores, se ha mantenido gran parte del año entre los cuatro primeros del Campeonato Brasileño y aún cuenta con opciones de ganarlo.
Por Ailén Desirée Montes
